Un mundo de postín

Me exiges que escriba sobre ti.
Así. De gratiní.
Que hable bien de ti en un mundo de postín.
Que te haga la publi, que no parezcas un mindundi.
Que la gente crea que has sido tocado por Dios.
Que riegue tu ego y te eleve hasta el sol.
Que eres un mesías, ¡venga ya!, que te rindan pleitesía.
Que te haga una elegía, que tu programa es poesía.
Pero vendes el oro al mismo precio que tus rivales.
¿No te das cuenta de que así no vale?
Prometes quemar la corrupción.
Que salvarás al trabajador.
Acabarás con la pobreza entera.
Protegerás la retama del serrucho de las empresas.
Y encenderás un nuevo centro limpio, vivo,
lo dejarás todo como un plato de Romerijo.
Y los conflictos caerán en la depuradora del dolor.
Lo llenarás todo de vida, amor y corazón.
Bla bla bla, te contesto yo.
Todo igual y propaganda del montón.

Lo siento, no me puedes amenazar.
No tengo miedo aquí atrás.
Soy yo quien pulsa la tecla.
Recuerda, soy yo quien forma la letra
y si le da la gana la revienta.
Piénsalo. Acéptalo.
Que para algo somos colegas.
Pero lo siento, no me puedes presionar,
ni tampoco extorsionar.
Ni con un maletín negro de billetes de veinte.
Ni con una cena en Aponiente.
Me pides elogios que resultan feos,
que esparza un humo que llegue al cielo.
Que invente de tu vida un cuento bueno.
Lo siento, pero yo a eso no llego.

Si acaso puedo dispararte unos disparates a modo de consejos.
Coloca tu foto en el cabecero de tu cama y confórmate con admirar tu cara.
Alábate frente al espejo.
Te animo a que bajes al infierno.
Que huelas la verdad que se cuece ahí dentro.
No olvides de dónde vienes.
No aspires a la cima de Hernán.
Ni Valdela ni el Tejar, ni la plaza Isaac Peral,
tu camino te lleva más allá.
Es el camino de la humildad.
Anda, no malgastes amistad y quédate donde estás.
Menos mal que al final no he dicho tu nombre, ¿verdad?
Sabes que prefiero gastar el gas rimando y rapeando unas cuantas chuminás. 
Ah.

Publicado en El Alambique (Diario de Cádiz), originalmente en prosa por cuestión de espacio (17 de abril de 2023)

De derechos y privilegios

Mientras no me obliguen a rezar, me da igual que instalen una cruz de seis metros en lo alto de un monte, en unos terrenos privados, promovido por una asociación privada. En serio, no me molesta. Hacedme caso: No me molesta. No es ironía. Otra cosa es si hay papeles en regla o no, de lo cual no voy a opinar porque me falta información y conocimiento sobre su burocracia.

La inscripción reivindicativa que aparece en la mencionada cruz “Reinaré en España”, en referencia al corazón de Jesús, debería haber sido “He reinado en España hasta hace poco y queremos volver”, pero no voy a entrar en el debate teológico. Reinar debe ser un marronazo que no le deseo a nadie, pero a nadie nadie. Pero asumo que veían venir la polémica pública, que no haría otra cosa que darles publicidad. Creo que sus promotores han llevado a cabo esta acción, procesión incluida, para reivindicarse.

Con el paso de los años, estas personas se están viendo en minoría, han ido perdiendo adeptos, poder y privilegios ancestrales y ahora necesitan defenderse haciendo proselitismo de sus ideas. Lo mismo que haría, hace y hará cualquier minoría para tratar de sobrevivir. De hecho, y no voy a decir que sean las mismas personas, entiéndanme, también les está sucediendo a los dueños de los imperios y las grandes corporaciones, de las eléctricas y de las petrolíferas, y también a la gente homófoba, racista, antiabortista, antiecologista o machirulista. Siempre han mandado y ahora se sienten arrinconados, se revuelven y contraatacan. Lo vemos todos los días.

He sido parte de una minoría en muchos aspectos de mi vida y sé lo que es sentirse marginado e incomprendido. Pertenezco a grupos de gente rarita, que hace cosas raras, y que siempre ha llevado las de perder. La diferencia, para mí, está en que una cosa es defender derechos para todo el mundo por igual y otra cosa es luchar para mantener unos privilegios que siempre ostentaba la misma gente.

Publicado en El Alambique, Diario de Cádiz (16 de mayo de 2022)