Calentando motores

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Cuando los partidos políticos calientan motores, lo inundan todo de un humo gris blancuzco, que no deja ver la retama ni la caca ésa del perro que hay ahí en medio de la acera. Todo. Lleno. Humo. Gris blancuzco. Pegajoso. Amargo. Y encima, acabas pisando excrementos emergentes.

Pues resulta que ya están calentando motores, aunque bien podrían ir en bici y no dejarlo todo pringado con su humo gris blancuzco. Y verás tú luego cuando se junte el mencionado humo con el de los motores de las motos, que están por llegar en unas semanas. Una sinfonía de humo, vapores y, por descontado, olores interminables a quemado y a combustión moderna. El olor repetitivo de promesas inalcanzables. El olor del caos.

Sin embargo, a mi no me afecta ese humo porque me gusta ver la carrera electoral entre el público, a cierta distancia. La postura fácil y cómoda, dirá alguno. Pero la mejor para observar el lance del juego éste de a ver quién se lleva el silloncito más grande. Como cuando ponía las carreras de motos en la tele: unos frutos secos, un refresco, y a disfrutar de la victoria de uno y la derrota de los demás, sin la molestia de tener que respirar hollín. Competición, por cierto, que se resolvía, como también ocurre en las elecciones, con o sin justicia de por medio.

Porque precisamente ahí está la gracia, en que la justicia mira para otro lado y se hace la loca cuando de competiciones se trata. Solo están el poderío económico, el tecnológico, el físico y el azar para determinar el resultado, ya sea justo o no. Si el final fuera previsible, no existirían las apuestas.

De ahí que no me moleste que calienten motores. Calentad, calentad sin miedo. Como si se ponen a hacer derrapes y a quemar rueda. Mientras traigan emoción y no me llamen a presidir una mesa electoral, me da igual. Ya se enfriarán luego, sin duda, y el humo gris blancuzco desaparecerá como una niebla matutina, difuminándose a medida que el sol le hinca sus garras y la deshace a jirones. Hasta la próxima carrera.

Publicado en El Alambique, Diario de Cádiz (13 de abril de 2015)