Dignityland

No todo es furia, indignación, hartazgo, desasosiego. En un salón de hotel con calefacción central, hay quienes sonríen al analizar los efectos de la huelga en el sector del metal de la provincia. Sobre las mesas hay termos con café,  folios blancos y bolígrafos y caramelos de propaganda. En la pantalla grande se proyectan los planos de un super mega parque temático, con logo, eslogan, mascota y banda sonora. El más grande del mundo. El más ambicioso. Dignityland se llama.

Apenas se detienen al llegar a las diapositivas con los gráficos y cifras de gastos, beneficios, subvenciones y predicciones cabalísticas. Es muy aburrido. Mucho mejor el video con recreaciones animadas del futuro proyecto. ¡Es tan realista! Tras el descanso para orinar y fumar, se divierten bajo la lluvia de ideas, debatiendo en inglés todos los pormenores. Habrá norias, montañas rusas acuáticas, tiovivos sobre grúas, auditorios, restaurantes, chiringuitos, bares, gastrobares, superbares, maxibares, retrobares. De camareros, podríamos contratar a los miniempresarios de las empresas auxiliares. Carcajadas. Y a concejales. Más carcajadas. Habrá hoteles –y cabinas de sueño para pobres- y playas individuales sin arena. Caras de entusiasmo y éxtasis inversor. Alguien propone reutilizar una nave de chapa como escuela superior de gestión de atracciones. Otro alguien habla de un instituto para el fomento del entretenimiento plurinacional. Alguien más pedante menciona la creación de un museo con reproducciones a escala de monumentos abandonados y teatralizaciones de la vida cotidiana autóctona de principios de siglo: lateros chistosos, vendedoras de tortillitas de camarones de goma, asustaviejas con traje chaqueta, etcétera. Más carcajadas.

La reunión termina con un ritual de hermandad, con plegarias y libaciones de ginebra. Sacrifican un portátil y un móvil. Imploran a sus dioses que el sistema de mercado no se derrumbe antes de que pongan en pie su proyecto. Y que esto no salga en la prensa. Y se van.

Publicado en El Alambique, Diario de Cádiz (29 de noviembre de 2021)